martes, 25 de noviembre de 2008

¡ Lo que hay que aguantar!

Pobres azafatas! Hace unos días fue la primera vez que me alegré de no haber estudiado lo que quería: azafata de vuelo. Pobres mujeres, que tienen que aguantar de todo. Sin ir más lejos, había un hombre de unos sesenta y pico de años que no se quería sentar del lado del pasillo. No se el por qué, ¡pero le armó un lío a la azafata! El hombre no entendía que la azafata no puede asignar a cada pasajero el asiento que quiere. La cuestión es que no me aburrí nada en el viaje. Lo que más gracia me hacía eran las broncas que le echaba la mujer al hombre porque éste no se quedaba quieto. No quería abrocharse el cinturón de seguridad, no quería guardar el equipaje de mano, no quería ese asiento... En fin, que después de que su mujer le riña varias veces, hizo caso a las azafatas y tuvimos un vuelo agradable. Ameno para mí por que no me aburrí. Duro para las azafatas, por que situaciones así tendrán que vivir diariamente.

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