lunes, 17 de noviembre de 2008

El poder de las huelgas

Una de las mejores formas pacíficas de conseguir objetivos y cambiar las cosas es la huelga.
Las hay de mil tipos: general, escalonada, de brazos caídos, de reglamento…
Ahora, con el proceso Bolonia, se están convocando por toda España de forma muy continuada. En todas las grandes ciudades están teniendo un gran éxito. Tanto es así, que el Sindicato de Estudiantes afirma que la huelga del pasado 13 de noviembre fue secundada por el 90% de los estudiantes del segundo ciclo de la ESO y por el 75% de estudiantes universitarios.
Yo no secundé la huelga. Ninguno de mis compañeros la secundó.
No me quedé en mi casa porque si soy la única que falta (a esas prácticas tan importantes que equivaldrán menos de un 1% al final de mi carrera), a nadie le importará.
Nuestro futuro más inmediato lo es todo y nada. Nos preocupan nuestras notas de febrero pero todavía hay mucha gente que no ha pensado lo que nos espera, lo que le espera a nuestros hermanos menores, ¿qué será de la educación cuando tengan que estudiar nuestros hijos? O simplemente, si es justo este proceso aunque no nos afecte.
Una sabia amiga mía dijo indignada aquel día de la huelga a otra compañera:
- Nosotros estamos aquí por vosotros, pero esto pasa un día y no más. Existe una cosa que se llama piquetes y otra, que sois vosotros, que se llama esquiroles.
Lo dejo aquí. Y a ver que pasa.

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