martes, 13 de enero de 2009

Nuevos tiempos, viejos lazarillos




Cuán valioso es un guía... Casi tanto como unos ojos.
Ver a través del mejor compañero. Conocer lo que el otro conoce.

Llevo mucho tiempo observando en la facultad a ese chico de perilla que hace las veces de lazarillo. Ese chico que acompaña a cada momento a su amigo invidente. Lo lleva del brazo, le lee... (incluso, a veces, le lía algún canutito). Una persona que hace algo más que ver por él. Siente. Acompaña. Comprende. Comparte el tiempo, lo más valioso, por lo escaso.
Una persona con H de humano.

Son estos episodios los que me devuelven la confianza en la raza humana. Los que me apartan de ese pesimismo antropológico que tanto marca mi personalidad y que tanto crispa a los demás. Los que me hacen ver la vida y el mundo con otros ojos, como si mirase a través de un filtro carmesí.
Gracias, chico de la perilla, por existir.

Es una maravilla poder ver cómo juegan a las cartas: reparten las cartas, y el chico de la perilla le dice a su compañero qué naipes posee para que este decida cómo jugarlas.
Juntos abarcan lo inabarcable.



Sin duda, el perro más fiel.

1 comentario:

ayerbe87 dijo...

Yo no creo en la gente creo que ya lo sabes María no obstante gracias a Lazarillos de nuestra era el mundo funciona tal y como lo conocemos (no demasiado bien, pero funciona). Bien ahora mi pregunta que pasaría sin todas esas grandes personas que deciden vivir sus vidas haciendo mas facil la de otras, este mundo no sería como el que conocemos viviriamos todavia mas en el caos, gracias a todos los Lazarillos sueltos por el mundo autenticos Heroes Nacionales.